Libertad
- Paolina Santinato
- 1 may 2020
- 2 Min. de lectura
Hace mucho que no escribo. Hace mucho que mis dedos solo saben hacer poesía y se olvidaron de dejarse llevar. Hace mucho que escribo en automático. Ser periodista es quedarse con hechos y escribir sobre ellos, pero no sobre sentimientos. No sobre sensaciones. Hace mucho que cualquier ruido me molesta: la respiración, los crujidos, las miradas, las voces altas, el silencio… sobre todo el silencio.
Hace mucho que siento una fuerza que aplasta mi pecho por la noche antes de dormir. Que siento que me ahogo con el aire y solo respirar muy profundo me hace volver a sentirme aquí. Pero es cierto que casi siempre me quedo en el limbo y me cuesta volver. Hace mucho que no sé qué me pasa. Me acuesto y despierto por la mañana. Hace mucho que no vivo semanas.
Me duele llorar, respirar, afirmar, dudar… Me duele reflexionar. Hace mucho que antes de dormir pienso en todo lo que salió mal. Pienso en todas las respuestas a peleas que pude decir. Pienso en todas las maneras que me hicieron sentir. Hace mucho que siento rabia, ansiedad. Hace mucho que ya no siento tristeza. No estoy segura en cuanto a la felicidad.
Feliz soy. Lo tengo todo. Por eso no entiendo qué me hace sentir así: sin aire, desesperada, trasnochada… y sola. Hace mucho que me aterra pensar que solo yo me estoy sintiendo así. Que estoy loca. Que estoy sola y volviéndome loca. No sé qué decir. Hace mucho que no sé qué decir. No me sé distinguir entre tanta incertidumbre y ansiedad.
Solo quiero llorar. Solo quiero no parar de llorar. No quiero parar de llorar hasta que salga esta sensación de pesadumbre, toda la ansiedad. Hasta que pueda volver a respirar. Hasta que pueda volver a sonreír sin preocuparme por algo más. Quiero llorar hasta sentir que salió todo, que ya no lo siento. Que soy libre. Que soy libre del silencio. Que soy libre de mis pensamientos.
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