La primera vez que salí de casa
- Paolina Santinato
- 16 abr 2020
- 2 Min. de lectura
La primera vez que salí de casa fue el día 21 del confinamiento para ir al mercado. Fue muy extraño porque en realidad no la estoy pasando tan mal encerrada. La única manera de yo salir de casa en mi vida normal es porque tengo responsabilidades, pero sino puedo tranquilamente quedarme en casa viendo Netflix y recibiendo comida delivery jajaja.
En estos últimos días extraño mucho a mis amigos y la verdad es que lo daría todo por abrazarlos pronto. Por otro lado, también he tenido la oportunidad de estar más tiempo con mi familia y por eso estoy feliz. Hacía mucho tiempo que no compartíamos tanto y la verdad es que, aunque a veces queramos matarnos, no podría haber pedido por un equipo mejor como mi familia.
Volviendo a lo de salir de casa… Tuve que ponerme guantes y una mascarilla que apenas me dejaba respirar con normalidad. Al salir de casa vi bastante vacías las calles -gracias por quedarte en casa por todas aquellas personas a las que les puede afectar gravemente el virus- y al llegar al mercado había más o menos gente. Fue muy extraño todo porque la energía en el ambiente se me hizo muy familiar.
Para nadie es secreto que soy venezolana y que ya he escrito antes al respecto de nuestras experiencias en cuanto a encierros de hasta 4 meses porque afuera había una guerra entre tiros, piedras y bombas lacrimógenas. En esa época, como en esta, la energía es exactamente la misma: miedo. Nadie se miraba a los ojos, la gente intentaba evadirte lo más que podía… Me trajo demasiados recuerdos, que ahora me hacen llorar escribiendo esto, sentir esas vibras llenas de incertidumbre y terror.
La zona donde vivo es caracterizada por las personas mayores que viven en ella. Los jóvenes somos pocos. Aunque la tasa de mortalidad sea baja con el coronavirus es imposible no tenerle miedo a lo desconocido. Mientras estaba comprando mantuve bastante bien la calma, pero no pude evitar empezar a llorar una vez que llegué a mi casa, otra vez. Era una mezcla de ansiedad con tristeza e incertidumbre.
Lo peor de todo es que pensaba que no estaba traumatizada por haber vivido lo que viví hace unos años, pero la verdad es, que mientras lloraba, a mi mente venían recuerdos tanto de Venezuela como los momentos de racismo que viví en Italia… Yo sé que todo va a estar bien, sobre todo si voy a terapia jajaja, pero en estos días en los que las redes sociales están llenas de gente y vidas de mentira quise aportar un poco de realidad y de apoyo porque:
No estamos solos en esto y todo va a estar bien, otra vez.
Solo espero que esto sea un momento de reflexión para todos los seres sobre este planeta y aprendamos a ser mejores personas con nosotros mismos y para con los demás. De todo lo malo, siempre llega algo bueno.
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